«La cerámica guarda el secreto de la selva… el secreto de los siglos»

The art of Shipibo

El barro es uno de los materiales que primero nos ha trasmitido la memoria histórica; su maleabilidad ha dejado constancia de culturas anteriores a nosotros, de sus conocimientos y creencias, sus formas de sentir y expresarse. La asociación de barro y fuego, mediante la cocción de la tierra, fue un descubrimiento que debió transformar las sociedades primitivas.

La facilidad del barro  para representar escenas rituales o signos, es una constante en la mayoría de las culturas del planeta, pero es quizás en Suramérica donde el uso de la cerámica conoció un desarrollo inigualable sirviéndonos como documento imprescindible dado que no solo nos permite datar los yacimientos sino que además nos aporta información conceptual y cotidiana sobre las culturas que lo han realizado.

Su versatilidad se extiende y transforma, para crear formas y volúmenes, trascendiendo el plano más allá de textos, grabados, dibujos, colores o texturas. Absorbe el vacío generando un universo tridimensional, donde posicionarse o reflejarse generando una sutil dualidad dinámica sin comienzo ni fin.

En la cuenca amazónica se ha encontrado uno de los primeros usos de la cerámica: como modo de neutralizar la acidez del suelo, se cocía toscamente el barro y se enterraba como modo de retener los nutrientes y poder cultivar la tierra; Esas extensiones de terreno se le conocen como “terra preta” y esta datada con carbono hace más de 3.000 años.

Los diseños de las cerámicas de la etnia Shipibo-Conibo de la Amazonía peruana, en la cuenca del río Ucayali, además del espectacular valor estético, se caracterizan por presentar varios planos de simetría, lo que les confiere una libertad creativa muy particular, dotándolas de una armonía similar en las tres coordenadas espaciales.

Los diseños nos narran la interrelación de todo lo que existe, así como los distintos caminos que cada uno  recorre. Entre lo colectivo y lo Individual, se establece una dinámica rica en matices y sugerencias, con la Constelación de la Cruz del Sur como referencia.

Sus tres mundos representados por las partes en que dividen las vasijas: Espíritus, Vivos y Muertos, cohabitan en un plano virtual continuo, sometido a las variaciones impuestas por los diferentes movimientos de la Tierra en el universo.

En su Cosmovisión establecen un calendario de periodos alternativos de luz/oscuridad, frío/calor, agua/sequía, asociados a las diferentes órbitas terrestres en ciclos interrelacionados, que se resuelven y completan en los cambios de la polaridad magnética del Planeta.

Esta dualidad también la encontramos en la estructura global que presentan los diversos diseños, al poderla resumir en una dualidad fractal de formas, que se van desarrollando y complementando, pudiendo siempre resumirlas un mínimo número de pasos en las diferentes direcciones.

Todos los materiales utilizados en su creación son naturales, siguiendo las técnicas y conocimientos centenarios. La madrecita Ayahuasca les sigue sugiriendo, en sus giros, caminos para los que quieren adentrarse más allá de la materia. El agua, representada por la serpiente cósmica, va relacionando todo, en su transcurrir pausado o tumultuoso. Como fuente de transformación, va impregnando a su paso las esencias de las visiones y vivencias de otros lugares, de otros materiales.

La dicotomía entre el conocimiento “científico y el “local”, así como la “idealización”, como forma de exclusión en occidente de los pueblos indígenas del mundo, ha menospreciado sus conocimientos. En el caso de los Shipibo-Conibo el significado de sus diseños plantea un conocimiento cosmológico, sugiriendo múltiples posibilidades de relación.

Más allá del barro y su manipulación material, los diseños se adueñan del espacio creando una unidad armónica, que nos habla de las estrellas y el agua, del fuego y las tierras. En su discurso incorpora elementos animales y vegetales, con la misma naturalidad que elementos conceptuales o figurativos.

Los Shipibo y la cerámica

Entre los shipibos, el trabajo cerámico es netamente femenino; ellas trabajan la arcilla, llamada neapo, muy plástica, que debe mezclarse con la ceniza de la corteza del árbol apacharama y fragmentos de cerámica reducidos a polvo que actúan como elemento antiplástico o desgrasante que la ceramista amasa pacientemente para lograr una masa uniforme, que luego convierte en tiras cilíndricas.

Con la técnica llamada “colombina”, preparan una base circular con arcilla donde se coloca este material en tiras y en espiral, y después se modela el objeto, se alisa la parte externa e interna con un fragmento de tutumo (fruto de la selva de cáscara muy dura).

Estos objetos son decorados con incisiones alrededor realizadas con las uñas. Los motivos decorativos más frecuentes incluyen las conocidas líneas geométricas o kené (diseños). Entre los más elaborados figuran series de vasijas antropomorfas, en las cuales hombres y mujeres adquieren diferentes posiciones mostrando los sexos claramente definidos; también producen con la misma frecuencia grandes tinajas con formas de animales, como la tortuga y algunas aves de la región. Las ollas bellamente decoradas sirven para preparar la comida, cocinar ají (pollo en crema de picante amarillo) y la de mayor tamaño para preparar masato (licor de yuca fermentada).

La cerámica representa la cosmovisión Shipiba: todo lo que está arriba en el cielo está abajo en la tierra y ambos se reflejan mutuamente; de ahí, las constelaciones son los ríos y las líneas gruesas que están en medio de ellas son el camino de la canoa conducida por el sol.

La necesidad de fabricar las cosas necesarias para la vida cotidiana ha desarrollado su creatividad. El artista es mediador entre el mundo material y el mundo de los espíritus. La creación de un objeto se ve como la oportunidad para expresar sus creencias cósmicas, mediante el fuerte contenido simbólico y espiritual de sus kené.

Tres colores, rojo (ocre), negro y crema figuran en la cerámica policroma Shipibo- Conibo, como tres son las variantes de arcilla utilizada, de color rojo, blanco y negro.

Son recogidas durante el estiaje, en depósitos conocidos por cada artesano. Se preparan unas pelotas del tamaño de la cabeza (mapu), quitando todas las impurezas de la masa, la arcilla de textura muy fina puede almacenarse durante un año en el taller.

La mezcla de arcillas se fortalece con temperante para evitar que se resquebraje durante la quema. Puede ser de dos tipos: Apacherama, la corteza del árbol caraipe  conteniendo sílice que se carboniza y muele para lograr un polvo fino, y quenquésh, que proviene del reciclaje de fragmentos rotos que se muelen y tamizan.

La alfarera muele con un batán de piedra en forma de media luna las pelotas de arcilla. Mezcla la arcilla pulverizada con temperante y agua para lograr una pasta viscosa. Construyen las vasijas a mano, enroscando los rollos de arcilla, previamente preparados, en espiral hasta lograr el tamaño deseado de vasija. Aprovechan las curvas naturales de la calabaza para alisar con ella las paredes interiores y exteriores de la vasija. Como rascador suelen utilizar la áspera lengua del pez paiche.

Al secar la pieza pulen la parte exterior con una piedra negra. Una vez seca,  engoban la pieza con arcilla blanca (maúsh); la de Canchahuaya en el bajo Ucayali, contiene caolín que se disuelve en agua hasta obtener un líquido cremoso. Sobre la pared exterior de la pieza se extiende una capa de maúsh blanco. Luego se pule nuevamente con la piedra negra.

Así preparada empiezan a dibujar sus diseños con una astilla de caña brava o con un fino mechón de su propio cabello. Tres colores de pigmentos minerales son aptos para pintar los: el rojo (mánshinti), el blanco (maúsh) y el negro (huiso). Suelen viajar una vez al año en busca de estos minerales.

No es posible quemar cerámica en los meses de lluvia. Antes de quemarlas, se dejan orear durante días. Se queman las cerámicas grandes al aire libre usando leña especial que puede alcanzar una alta temperatura, sin llegar nunca a los 700 C. La quema final dura unos 45 minutos, aunque lleva una gran preparación previa.

Se escoge un día de sol, sin viento para realizar la quema. Después de atemperar la vasija a la sombra hasta el mediodía, van tostándola media hora sobre un fuego que arde lentamente, hasta que se evapora para del agua retenida por la arcilla. La pieza parece totalmente negra, carbonizada.

Finalmente las voltean boca abajo sobre tres soportes y amontonan alrededor trozos de leña muy secos del árbol cetico. Prenden fuego a la pirámide de leña que se consume con una espectacular llamarada. La capa negra ha desaparecido dando lugar a una pintura de fondo crema impecable.

La cerámica es barnizada con una resina natural y transparente (yómuesho) encontrada debajo del árbol muei. Al levantar la vasija del fuego se frota la pared exterior con la resina que se va derritiendo logrando el brillo final. Interiormente se impermeabiliza utilizando brea negra (sénpe) del árbol algarrobo, aplicándola con la costilla encorvada del manatí.

Los shipibos usan dos tipos de platos, el quempo, conocido en toda la selva como mocahua, que sirve para beber líquidos y por eso tiene en la parte interna y externa decoraciones relacionadas con el agua; y el quencha, empleado para comer y que sólo está decorado en la parte externa. Interiormente tiene el color de la arcilla o en algunos casos color negro, del humo producido en la cocción.

El cántaro de gran tamaño, mahuetá, que llega a medir hasta 120 centímetros, se utiliza para fermentar grandes cantidades del masato consumido en fiestas y reuniones comunales.

Los arqueólogos han descubierto en Caique que los Conibo de Alto Ucayali tuvieron por costumbre enterrar sus muertos dentro de los recipientes grandes. Hasta ahora, la palabra mahuetá en su idioma, el  pano,  quiere decir ‘muerto’. Las urnas funerarias tienen rostro y sexo femeninos. Representan a una mujer shipibo arrodillada, con piernas abiertas, próxima a dar a luz. Se colocaba el muerto en la vasija en posición fetal. Simboliza el espíritu humano dentro de la matriz de tierra a la espera de nacimiento.

Algunas piezas han dejado de fabricarse, como vasijas con patas trípodes en forma de cruz, en forma de manatí, los cántaros con decoraciones antropomorfas muy bien modelados y con facciones humanas. Muy posible estas obras tuvieran una función netamente ceremonial y fueran usadas en ritos que probablemente se han perdido.

Lo importante de la tradición Shipibo, no tiene que ver con el soporte o la técnica de realización que ha ido adaptándose a miles de cambios que la sociedad moderna impone y que la economía de estos grupos no permite mantener, sino los diseños que aún permanecen vigentes a pesar del tiempo transcurrido.

Kené y escritura

Kené, en lengua  Pano,  significa “diseño”. Se utiliza para designar los patrones geométricos hechos a mano sobre gran variedad de superficies (cerámicas, telas, cuerpo, remos…). Los grafismos ocupan una posición clave tanto en el arte como en las prácticas rituales de todos los grupos, aunque adquieren modalidades propias en cada etnia.

No es un arte figurativo ni meras expresiones plásticas; según su pensamiento son una materialización de la energía o fuerza positiva de las plantas llamadas “rao” ó plantas de poder, existiendo una gran variedad de las mismas.

Podríamos decir que los “kené” son una forma de escritura que se pierde en la noche de los tiempos, trascendiendo la materia y acercándonos a su mundo espiritual.

En las culturas ágrafas, el papel que jugó los símbolos hechos en barro o tallados en piedra como medio de expresar y trasmitir la cosmovisión es una constante mundial. Podríamos compararlos, en cuanto a su significado y función social, a los jeroglíficos egipcios si tenemos en cuenta el diferente desarrollo y cosmovisión.

La selva ha servido de límite territorial y protector igual que el desierto en Egipto; Mientras en un caso se producía una adaptación al medio desarrollando una estructura socia vertical, con el Faraón y su dios Ra  en la vértice de la pirámide, para facilitar la recolección de la cosecha y distribución de alimentos según el ritmo impuesto por las crecidas del Nilo, en la cuenca amazónica se desarrolló un sistema social basado en comunidades reducidas debido a la acidez de la tierra y su capacidad de producción, entre otros motivos. Los habitantes de la amazonia se adaptaron a las transformaciones periódicas del río mientras que en Nilo consiguieron domesticarlo en cierta medida.

Comparar los dos tipos de desarrollo social, uno basado en la escasez y necesidad de almacenaje, y el otro basado en la abundancia e imposibilidad de almacenar y domesticar el curso del Amazonas puede dar nuevas ideas sobre la evolución de la humanidad.

Las mujeres shipibas utilizan materiales naturales y técnicas de diseño de gran complejidad. Los diseños tienen una fusión de forma, luz y sonido. Cuando las mujeres miran sus diseños lo que están percibiendo parece –en realidad– una tonada. Los diseños se extienden más allá de los soportes mismos, poblando y protegiendo todos los espacios.

Lo que nosotros percibimos como una demostración gráfica, ellas lo perciben como una melodía. Cada diseño tiene su melodía. Dos mujeres o más, que pinten una vasija o mahuetá de grandes dimensiones simultáneamente, pueden estar al tanto de lo que está pintando su compañera solamente escuchando la melodía que esta canta. La melodía correspondiente al diseño en el cual se encuentren ocupadas. Una vez que se unan, del otro lado de la pieza, los diseños comenzarán y terminarán en el mismo lugar, sin que las artistas se hayan puesto de acuerdo o hayan visto lo que las otras hacían.

Los caminos y paisajes que recorrer, la convivencia en comunidad representada por un círculo central, las plantas, los animales, los ríos grandes y chicos, todo se representa en sus trabajos en telar o en sus bordados, creando una superficie parlante de su propia vida.

En la actualidad las mujeres han desarrollado su propio lenguaje técnico y descriptivo, el cual aplican a su trabajo. No repiten nunca el mismo diseño ya que consideran que todo lo que existe ya sea en la tierra como en el universo está poblado de ellos, y habiendo tantos, ¿por qué repetirlos?

La línea principal de cada diseño suele representar a Ronín, la serpiente cósmica, quien ha creado el universo y simboliza al creador. Ésta, da el ritmo básico del diseño; cuanto más larga más admiración causará, presentando múltiples variaciones sobre un mismo tema, con infinidad de vueltas enroscadas a manera de una serpiente sin fin.

Las líneas secundarias corren en paralelo a las principales, como un eco del tema dominante, en un tono menor. Las líneas finas de relleno, tradicionalmente de forma octagonal, deben rellenar el vacío restante.

Aunque tengan semejanza, nunca se ve dos piezas con el mismo diseño. El motivo que se percibe inicialmente como un diseño positivo sobre fondo negativo, se puede apreciar también al revés. Un gran artista debe mantener un equilibrio perfecto entre los elementos positivos y negativos.

Los diseños dan la impresión de que se pueden comprimir dentro de un espacio mucho más limitado, o que extendidos cubrirían el mundo entero si no estuvieran limitadas por el borde de la tela o el de la vasija. Los diseños siguen una trayectoria sin fin en la imaginación.

Cada cántaro grande del grupo Shipibo-Conibo representa los tres mundos de su cosmología. La parte inferior donde no aparece ningún diseño representa el mundo inferior, subterráneo. Al llenar la tinaja con masato para la fiesta Ani Sheati esta parte queda enterrada. La zona comprendida entre la cintura y el cuello de la vasija representa al mundo tierra y la vida diaria con sus acontecimientos inesperados. La parte superior, del cuello hasta la boca, representa el mundo celestial.

Para los Shipibo-Conibo la medicina está estrechamente relacionada con su visión cósmica. Creen en la existencia de otros mundos más allá del mundo en el que vivimos. Viven nuestro mundo de apariencias como un espejo del mundo sobrenatural o celestial. El equilibrio, o la tensión dinámica entre los aspectos positivos y negativos resulta necesaria para mantener la armonía.

La anaconda, en su aspecto positivo y beneficioso, se considera la manifestación del espíritu divino y trae la lluvia y la fertilidad indispensable para la vida. En su aspecto negativo la anaconda está simbolizada por el arco iris que, según creen, trae enfermedades y desgracias.

El mundo de los Shipibo-Conibo, quienes creen que todo lo existente está compuesto de diseños, resulta realmente una apertura a lo infinito, a lo no inmaterial. Es una fuente de sabios conocimientos y un modo de vida armonioso, de respeto al medio ambiente, a lo humano, a lo divino y a la creación.

El principio/ley de reciprocidad entre el hombre y las fuerzas de la naturaleza, entre los vivos y los muertos y entre los pueblos, enseñanzas aprendidas de su dios Viracocha, creó la herramienta cultural esencial para modelar un medio físico tan complejo. La palabra quechua “Pacha” significa simultáneamente lugar y tiempo; comprender la relación entre ambos conceptos resulta básico para comprender la concepción dinámica del mundo andino y amazónico.

La vía Láctea, un vasto río celestial en la cosmología andina, atraviesa el cielo peruano en un ángulo de unos 28 grados con respecto a la órbita terrestre. A lo largo de seis meses el flujo de las estrellas pasa inclinado de nordeste a suroeste, inclinándose de sureste a noroeste los otros seis meses. La transición coincide con el paso de la estación seca a la de lluvias, y divide el cielo en cuatro sectores.

El control de las estaciones resultó prioritario para el desarrollo de las culturas amazonicas; por ello el conocimiento de los movimientos de las constelaciones resultó fundamental, estando la Cruz del Sur como referencia básica en sus calendarios. Los mitos andinos y sus expresiones arquitectónicas están elaborados como a lo largo de las líneas de un holograma; sus partes no pueden analizarse aisladas del conjunto. La vía Láctea se consideraba, más que un objeto celeste, una herramienta para la organización de los calendarios o de rituales socialmente útiles.

Una particularidad de la Cruz del Sur está en el hecho de contener la proporción Aurea. Si tomamos como unidad la distancia entra las dos estrellas horizontales y trazamos un cuadrado, la diagonal de dicho cuadrado tiene la distancia que hay entre las dos estrellas verticales, de las cuatro estrellas que forman la Constelación de la Cruz del Sur.

Un número cada vez mayor de investigadores ha llegado a la conclusión de que la cuenca del Amazonas lejos de ser la tierra virgen intemporal, se considera la jungla actual como el resultado de una interacción histórica entre el medio ambiente y los humanos.

La vida de los indios del Amazonas, tras alcanzar un nivel cultural adaptado a su ecosistema, cambiaba poco. La isla de Marajó situada en la desembocadura del Amazonas,  mayor que el tamaño de Holanda, la podemos considerar una buena prueba. La maestría y cantidad de la cerámica encontrada demuestra que vivía una sociedad desarrollada alrededor del 1.400 a. C.; posiblemente tenía más de 100.000 habitantes y abarcaba miles de kilómetros cuadrados. En la zona de Santarém se haya la cueva llamada “Caverna da Pedra Pintada” con pinturas rupestres que realizadas en torno al 6.000 a. C.; la cerámica encontrada allí y en otros lugares de la región está entre las más antiguas de América.

Su historia forma parte de la riqueza de la Amazonía peruana, de esa tierra que durante siglos fue el gran reto de los conquistadores y evangelizadores. Los Shipibo y Conibo, las dos etnias que antaño lucharon entre sí le han dado origen a esta nueva raza de nativos que viven cerca de las lagunas y ríos y la mayor parte están asentados en el distrito de Yarinacocha, que cobija en sus alrededores a varias comunidades.

El verdadero origen de los Shipibos es aún un misterio, pero de acuerdo a sus características raciales, algunos antropólogos suponen que como cualquier otro grupo nativo inmigrante, bajaron del Ande hace siglos y se adaptaron a las condiciones geográficas de la región. Otros creen que llegaron de Centroamérica por la costa o entrando por los ríos, pero otras personas creen que proceden de Cahuapanas y del Marañón, en la zona del Amazonas.

En sus vestidos se puede notar la diversidad de colores llamativos, y en su forma de hablar muchas veces emplean expresiones poco comunes. Muchos de los que no pertenecen a la zona del Amazonas podrían pensar que los mitos y leyendas de los Shipibo, que hablan de duendes y diablos, no son más que una explicación supersticiosa al misterio de la selva, pero dicen que sí existen cosas, que sólo sabe la naturaleza.

Calendarios y mediciones

La Tierra deambula en el universo historia siguiendo, simultáneamente, varias direcciones; igual que la Rotación está asociada al día y a la noche, y la Traslación al invierno y verano, el movimiento de Precesión, subdividido en 1.200 Nutaciones de 18 años y 6 meses de duración, parece asociado a periodos de tiempo con una mayor o menor crecida de las aguas.

En el trópico los dos primeros movimientos no suponen grandes alteraciones, mientras que el movimiento de precesión, asociado a las crecidas del río, supone que el cauce suba 9 o 10 metros de altura, con anchura una anchura de hasta 200 kilómetros, inundando poblados y cultivos periódicamente.

El comportamiento de la Tierra, vista como una partícula en un campo magnético, cambia de polaridad en el transcurso de los sucesivos movimientos, estableciendo, además, un comportamiento dinámico entre los diversos movimientos.

Las relaciones entre los movimientos de la Tierra se pueden establecer teniendo en cuenta las simetrías existentes, no solo entre las órbitas de los movimientos sino también con las simetrías existentes entre los espacios incluidos en la propia Tierra considerada como Objeto Tridimensional.

La relación entre las órbitas de los movimientos de la Tierra, como Unidad Física, y las partículas componentes de esa Unidad Física, mantienen una estructura fractal constante y dinámica.

Como estructura constante, mantiene las proporciones y simetrías; como estructura dinámica, cambia la polaridad magnética para mantener las órbitas, describiendo un plano espacio/temporal continuo y cíclico, a modo de un lazo de Moebius en el cual las relaciones de simetría se van ampliando en proporción geométrica.

Podemos visualizarlo como partículas girando en varias direcciones y a la vez, y simultáneamente estáticas en cada una de las posiciones de las órbitas descritas. Ese espacio ocupado por las partículas y sus órbitas, en otra escala pasaría a ser una nueva Unidad Física con otra dimensión.

Los materiales utilizados en la elaboración de la arcilla, es todo un universo de descubrimientos y sorpresas; la sutileza de combinaciones de minerales y vegetales ofrece un delicado juego de consistencias y densidades con una claro límite entre el ser y la nada.

Los diversos elementos se vuelven a combinar de nuevo con agua y fuego para transformarse en un objeto, y a la vez sujeto, adquiriendo en el proceso de transformación otras densidades y consistencias, apto para ser soporte de nuevos juegos de equilibrios y significados, perdurables en una coordenada temporal.

Una materia informe, plástica y maleable, rica en formas inicialmente inestables, se ha convertido en este proceso en un material estable en forma y significado.

Los diseños Shipibos son huellas de un conocimiento que nos acerca a la historia de la Tierra y sus habitantes. Considerando las vasijas bajo la holoedría cúbica, encontramos una serie de simetrías y equivalencias que responden a un concepto de libertad expresiva difícil de superar.

Cada diseño es el resultado de una concepción espacial en el que es posible establecer relaciones simétricas equivalentes, entre las distintas partes de los diseños, así como expresar un universo, la propia vasija, con una armonía simultánea en los tres grados de libertad del espacio tridimensional.

Los motivos que se van reiterando en los diseños recubren la superficie de la vasija hasta completarla circularmente, presentando una dualidad de modo que cada trazo tiene otro correspondiente asociado, así como la mitad del diseño esta asociado a la otra mitad, en los ejes, planos y centro de simetría de la holoedría cúbica, recordando un comportamiento fractal en diferentes escalas.

Cerámica Verde